Mujeres que salen de los brazos de sus hombres.

– Pintura de Max Liebermaan «Samson und Delilah» –

Hace mucho que no escribo en mi lengua, hace mucho que no leo en mi lengua.
Y hoy por casualidad, por pura casualidad virtual y moderna me he topado con un viejo amigo, Bihotz, Salva. He encontrado online sus artículos y he podido leer en mi propia lengua:
https://www.academia.edu/29281826/El_torbellino_de_la_Modernidad.pdf

No nos vemos hace 10 años y me ha encantado saborear sus palabras y las palabras de Baudelaire acerca de la modernidad:

La fortuna del vocablo Modernidad se debe sobre todo a la figura del poeta francés Charles Baudelaire (1822- 1867). En su ensayo El pintor de la vida moderna, escrito en 1859 y publicado en 1863, acuñó el concepto con una sentencia que pasaría a la posteridad: «la Modernidad», nos dice, «es lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, la mitad del arte, cuya otra mitad es lo eterno y lo inmutable».

Lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, la mitad del arte, cuya otra mitad es lo eterno y lo inmutable. Agh. Casi me da un orgasmo con esas palabras.

Inmediatamente me ha recordado a la exposición en el Stadël de Frankfurt que disfruté el domingo pasado junto a un hombre maravilloso, dónde esta obra de Max Liebermaan – Samson und Delilah (1902) me atrapó durante un buen rato.

Max retrata Dalila derrotando a Sansón.

Una historia biblíca encontrada en el Libro de los jueces escrita allá por el 550 a.C. Es decir más que antigua. Y aún así es capaz de revivir hoy, ahora, de moverme por dentro. Esa parte «fugitiva»,» eterna» de Baudelaire, que no sé muy bien qué es. Esa parte del arte que te toca por dentro.

La imagen (que no la historia) y el simbolismo en ella me recuerda a las muchas historias de mujeres que escucho cada semana en mi trabajo (o la mía propia en el pasado), mujeres que intentan salir de los brazos de sus hombres. Dependientes, por cultura, por tradición, por necesidad, o por pobre educación y abusos tempranos que minan el amor propio.

Algunas escapan y entran en un pantano desconocido, miedo, soledad, desamparo, angustia, estrés. Otras se quedan entre medias, entrando nuevamente en relaciones abusivas, tratando de cambiar a esos hombres, sintiendo que solo se merecen ser tratadas así. Otras se ayudan a sí mismas y se medio transforman, transmutan en nuevas mujeres fueras del pantano. Otras se resignan. Hay tantas historias como pinturas de Dalilas, no, más.

Y esta imagen, enorme en el museo, cubriendo toda la pared, enorme de verdad, como dos metros de alto, me da fuerza.

La cara de Dalila. La expresión de yyyyyycchh.
Triunfante, casi fuera de los brazos de él. Casi fuera del negro agujero.

Eternas y fugitivas, como el arte.