Es uno de esos días que te sientes desordenada por dentro, en mí ya lleva unos meses el caos dentro. Y de repente encuentras algo que te acaricia por dentro. Unas suaves palabras acariciantes. Mario Benedetti me acaricia y serena.
It is one of those days, that you feel untidy inside, in my self it has been already some months with chaos inside. And you find suddenly something that caresses you from withing. Soft caress of words. Mario Benedetti caresses and calms me down.
Y si Ángel, para abrir el fuego dice: «Semilla», Ángela, para atizarlo, responde:»Surco». Él dice: «Alud», y ella, tiernamente: «Abismo».
Las palabras se cruzan, vertiginosas como meteoritos o acariciantes como copos.
Ángel dice: «Madero». Y Ángela: «Caverna».
Aletean por ahí un Ángel de la Guarda, misógino y silente, y un Ángel de la Muerte, viudo y tenebroso. Pero el par amatorio no se interrumpe, sigue silabeando su Amor.
El dice: «Manantial» y ella : «Cuenca».
Las silabas se impregnan de rocío, y, aquí y allá, entre cristales de nieve, circulan el aire y su expectativa.
Ángel dice: «Estoque», y Ángela: «Herida», él dice: «Tañido», y ella: «Rebato».
Y en el preciso instante del orgasmo ultraterreno, los cirros y los cúmulos, los estratos y nimbos, se estremecen, tremolan, estallan, y el amor de los ángeles llueve copiosamente sobre el mundo.
Mario Benedetti, El sexo de los ángeles
–