Me enamoré del flamenco. Sí. Así de repente, desde que entendí el compás. Desde que me adentré en el maravilloso » mundo de los doces», que dice la Helga.
Porque el compás tiene tela. Yo viniendo del norte… no había escuchado que dijéramos muchos, más bien ningún tanguillo, bulería, fandangos o alegría…
Pero vaya.
Gracias a Helga de Besós y a Carol de Barceloneta, se me metió por las venas.
Padecí y creo que padezco aún la fiebre de los doces. Osease, que escucho cualquier palo de amalgama y ya camino a doces.
un dos
un dos tres
cuatro, cinco, seis
siete, ocho,
nueve, diez!
Muchas escaleras he subido yo en el barrio de Santa Caterina, en Barcelona, a doces. Y la verdad se hacen más amenas. Sí.
Y esta mujer. Qué mujer. Inspiradora. Vídeo La truco